Corte genital femenino

En muchas culturas se llevan a cabo rituales que incluyen en su práctica alteraciones en el cuerpo. Muchas de estas costumbres se practican en niñas y niños, y la más común es el corte de los genitales. Estos rituales, tanto el corte genital femenino (CGF) como el corte genital masculino (CGM), dañan los órganos sexuales y acarrean muchísimas complicaciones.

El corte genital femenino, también llamado ablación o circuncisión femenina, se practica en diversos pueblos (entre ellos, musulmanes y cristianos), en niñas y adolescentes.1 Los detalles de su práctica varían más bien de acuerdo a sus creencias tribales/culturales que a su nacionalidad. El CGF es un ritual de gran significado cultural, y es una mujer mayor de la comunidad quien se encarga de practicarlo.

A la fecha de hoy, se estima que 130 millones de mujeres en el mundo han sufrido el CGF.2 Actualmente, entre 8 y 10 millones de niñas y adultas en Oriente Medio y áfrica, y miles en los Estados Unidos están en riesgo de sufrirlo.

Corte genital femenino: tipos y riesgos

Existen tres clases de CGF: el primer tipo, también conocido como Sunna, consiste en la amputación del prepucio del clítoris (con frecuencia, en este procedimiento se extrae el clítoris completo debido al desconocimiento anatómico del mismo). A nivel mundial, ésta es la práctica más extendida en casi un 80% de los casos.3

La segunda clase de CGF consiste en la extirpación parcial o completa del clítoris y la escisión de una parte de los labios mayores y menores. Esta práctica se mantiene en regiones donde se condena o es ilegal la infibulación.3

El tercer tipo de CGF es la infibulación o circuncisión faraónica, la cual consiste en la amputación completa del clítoris y los labios mayores y menores, después de lo cual se cosen ambos lados de la vulva utilizando espinas, hilo de coser o cualquier material de sutura, dejando sólo un pequeño orificio para el paso del flujo menstrual y la orina. Según los cálculos estimados, en 1992, la infibulación era una práctica universal en Somalia, así como en etnias somalíes de Etiopía, Kenia y Yibuti. Además, su práctica se extendía por todo el valle del Nilo, incluyendo el sur de Egipto y toda la costa del Mar Rojo.4

Entre las consecuencias de la ablación están las cicatrices, la pérdida de sangre, las infecciones, los traumas psicológicos y la muerte. A largo plazo, el corte genital femenino trae como consecuencia relaciones sexuales dolorosas para los dos miembros de la pareja y una aminoración del placer sexual. Ambos tipos de circuncisión, femenina y masculina, son vectores potenciales de enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el VIH, ya que en muchos casos los instrumentos (hojas de afeitar, tijeras y trozos de vidrio) no están esterilizados y se reutilizan en varios niños y niñas.1

Los tipos 2 y 3 de circuncisión presentan diversas complicaciones a largo plazo, entre ellas, el retraso de la primera menstruación, problemas crónicos en la zona de la pelvis, daños en el canal de parto y constantes retenciones e infecciones urinarias. Las mujeres infibuladas pueden experimentar complicaciones aun más graves y deben someterse a una cirugía para ampliar el canal de parto.1

La doctora Nahid Toubia, una de las pocas doctoras en los Estados Unidos que ha tratado los problemas del CGF, ha escrito una guía de cuidados para las mujeres sometidas a este procedimiento.5

Los testimonios indican que la ablación puede dañar a sus víctimas a largo plazo, tanto física como mentalmente.

CGF y la ley

El Acta Federal de 1995 contra la Mutilación Genital Femenina en EE.UU prohíbe cualquier procedimiento quirúrgico sobre los órganos sexuales de niñas menores de 18 años, independientemente de sus creencias religiosas o culturales, a menos que el procedimiento esté médicamente indicado y se realice por un médico certificado. El CGF se castiga con una multa o con una pena de hasta cinco años. Dieciséis estados han promulgado leyes adicionales contra la circuncisión practicada en niñas.6 Algunos activistas y abogados hacen notar que estas leyes, que no ofrecen protección al sexo masculino, incurren en discriminación de género.

El CGF todavía se practica en Estados Unidos, principalmente dentro de ciertos grupos recientemente inmigrados.2 El 9 de enero del 2004, la Asociación de Prensa informó del arresto de una pareja californiana que, supuestamente, había practicado numerosas circuncisiones femeninas. éste es el primer caso presentado bajo el Acta Federal de 1995.

Existen leyes contra el CGF en Australia, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Suiza, Nueva Zelanda, Burkina Faso, Costa de Marfil, Kenia, Sudán y Senegal. Algunas de estas leyes sólo prohíben algunas variantes del CGF y muchas no se hacen cumplir.5 Se sabe que los inmigrantes practican el CGF en países como Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Estados Unidos y en algunas naciones europeas. En Egipto, el CGF es legal sólo si se realiza por profesionales médicos y dentro de un hospital; cuando el CGF se realiza de este modo, la cantidad de tejido extirpado es mayor.1

Corte genital femenino dentro del contexto histórico, internacional y de género

La alteración del cuerpo del niño como parte de algún ritual ha sido un fenómeno común durante toda la historia, desde el vendaje de los pies (denominado “loto de oro” en la cultura china) hasta el aplanamiento de la cabeza (llevado a cabo por ciertos grupos ancestrales denominados “cabezas planas”), pasando por distintas formas de escarificación. El corte genital es el único ritual que se ha incorporado a la práctica médica.

A finales del siglo XIX, las prácticas de corte genital masculino y las del tipo 1 de CGF ganaron rápidamente popularidad en las instituciones médicas en países de habla inglesa.7 La circuncisión y otros procedimientos se realizaban en niños y niñas con el explícito propósito de causar dolor en la zona genital y disminuir el placer sexual.

Los médicos reconocieron que en el prepucio del pene y en la terminación clitorídea de la vulva se encuentran densas concentraciones de nervios especializados y erógenos. En esa época, la excitación sexual se consideraba una forma peligrosa de excitación nerviosa, responsable de muchas enfermedades. Según un médico en 1891, quien a través de sus palabras dio fe de una opinión médica cada vez más popular, una mayor cantidad de procedimientos radicales de amputación sería “un verdadero alivio para pacientes de ambos sexos”.8

Finalmente, el CGF perdió popularidad. Sin embargo, diarios médicos de última tendencia publicaron a finales de 1959 artículos que defendían el CGF adulto (“Female Circuncision: Indications and a New Technique”).10

El corte genital masculino, también llamado circuncisión, todavía se realiza en los Estados Unidos y principalmente en edad infantil.

Las cirugías de alteración genital se siguen realizando también en niños intersexuales. La palabra intersexual es un término que se usa para describir distintas condiciones médicas de individuos que nacen con una anatomía sexual o reproductiva atípica. Aquellos niños identificados como intersexuales no están protegidos por la Ley contra el CGF de 1995, por lo que se encuentran sujetos a la reducción del clítoris y forzados a otras cirugías de asignación de género en un intento de normalizar su apariencia.

A nivel internacional, el CGM se lleva a cabo en casi todas las partes donde se realiza el CGF; sin embargo, el CGF no se realiza siempre donde se practica el CGM. El 2% de las mujeres y el 15% de los hombres del mundo han sufrido algún tipo de corte genital. Dentro de ciertas culturas, ambos procedimientos tienden a darse en malas condiciones higiénicas, mediante el uso de instrumentos no esterilizados y sin anestesia. Además, provocan la cohibición a la hora de exteriorizar los sentimientos.

El CGF y el CGM cumplen funciones paralelas típicamente sociales, como ritos en edad adulta, preparación para la unión matrimonial y en calidad de respuesta a los mitos que señalan que los órganos genitales son una zona poco higiénica y causa de enfermedades. Los rituales se llevan a cabo generalmente por médicos del mismo sexo que el niño.

En ambos casos, CGM y CGF, se elimina un tejido sano que cumple una función sexual, lo que implica riesgos a corto plazo tales como infecciones, y complicaciones sexuales a largo plazo. Las personas que han sido sometidas al corte genital infantil han denunciado públicamente estas prácticas y afirman que esta intervención causa daño psicológico.

Realizar una comparación entre el CGM y el CGF es difícil. La circuncisión masculina elimina en el adulto un equivalente de entre 75 y 95 centímetros cuadrados de epidermis, el dartos subcutáneo y entre 10,000 y 20,000 terminaciones nerviosas. El CGF de tipo 1 elimina varios miles de terminaciones nerviosas, pero mucho menos tejido. En cambio, el típico CGF de tipo 2 elimina una gran cantidad de tejido externo, de 10,000 a 20,000 terminaciones nerviosas, y puede dar lugar a complicaciones adicionales relacionadas con el parto. El CGF de tipo 3 se caracteriza por la castración y subincisión (un tipo de CGM que implica un corte desde la cabeza del pene hacia la base), y puede tener consecuencias graves en la reproducción y grandes riesgos de infección y hemorragia. Todos estos procedimientos se realizan con instrumentos tales como bisturís asépticos y hojas oxidadas.

Hanny Lightfoot-Klein inició el primer estudio que profundizó en la práctica extendida de la infibulación en el áfrica subsahariana. Durante su estudio, que duró seis años, ella vivió con las familias y entrevistó a cerca de 400 personas de todos los niveles sociales sobre el CGF. En el Tercer Simposio Internacional sobre la Circuncisión, comparó dicha práctica y sus motivaciones con la circuncisión infantil en los Estados Unidos:

“… cuanto más acceso a información obtuve sobre las variadas formas de corte genital en niños, ya fuera en una sociedad precientífica como la de áfrica o avanzada tecnológicamente como los Estados Unidos, más me llamaban la atención las similitudes en las explicaciones que ofrecían ambas sociedades con el fin de trivializar y justificar el daño que causaban y perpetraban sin consentimiento sobre los cuerpos y mentes de sus indefensos descendientes”.11

Corte genital del niño como tema tratado en los Derechos Humanos

El corte genital del niño viola los derechos del individuo a disfrutar de su salud física y mental, a su autodeterminación, a la integridad corporal y a no sufrir la discriminación sexual. Sin embargo, sólo el CGF se reconoce como una violación grave de los Derechos Humanos por parte de los Naciones Unidas, Unicef, la Organización Mundial de la Salud y Amnistía Internacional.1

Entre las resoluciones de las Naciones Unidas que establecen estos derechos se incluyen:

  • la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948)
  • el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966)
  • la Convención sobre los Derechos del Niño (1989)

Además, cuando se realiza como procedimiento médico, el corte genital normalmente viola el derecho al consentimiento informado, debido a que se suelen ignorar los efectos sexuales de la cirugía, se minimizan las complicaciones potenciales y se acentúan las dudosas ventajas.

Dentro de las culturas que practican el CGF o el CGM, prevalece el derecho de elegir del padre sobre los derechos del niño; y se le da más importancia a toda una serie de mitos médicos e higiénicos y a la libertad de religión o, en su lugar, el tema pasa a ser tabú o simplemente se ignora. Los Derechos Humanos se consideran inaplicables en los rituales de corte genital.

Hacia el fin del corte genital en los niños

Prohibir por ley prácticas tan comunes como el CGF supone un problema, y es algo que aún no ha tenido éxito. Una propuesta más aceptada ha sido introducir rituales alternativos que cubren las necesidades culturales pero que no causan una pérdida excesiva de sangre, y además ofrecer a los profesionales cuyos ingresos provienen mayormente del CGF, trabajos como educadores en el área de salud a cambio de un cese en la práctica de éste.

Se considera un desafío acabar con el CGF, debido a los prejuicios culturales de los activistas que se preocupan de este asunto. Las explicaciones de un extraño resultan poco claras y ofensivas cada vez que se habla sin entender realmente la cultura a la cual se dirige, cuando defiende un punto de vista en el que se le da menos importancia a las creencias tribales que a la propia religión, o cuando tratan el tema del CGF e ignoran el CGM. Incluso padres que inmigraron a los Estados Unidos pueden tener problemas para entender las prohibiciones contra el CGF, en parte, debido a que las prácticas religiosas y médicas dominantes exigen la circuncisión de niños varones.

Describir el CGF y el CGM como “mutilación” es contraproducente porque tiende a polarizar la discusión y a verse como un fenómeno cultural algo fanático. La gente que fue sometida a estos procedimientos puede también preferir que no la llamen “mutilada”. Además, aquellos que toman parte en el CGF no se consideran mutiladores, y las connotaciones de culpa inherentes a la palabra mutilación pueden poner punto final a la discusión.

La educación como base parece ser la clave para eliminar el corte genital infantil.1 Puede haber una fuerte resistencia a la hora de poner fin a prácticas que siempre se consideraron positivas, o al menos benignas. De cualquier modo, una propuesta personal, informativa y no amenazante que promueva la acción personal puede resultar efectiva. Los educadores pueden fomentar que se tome conciencia acerca de los aspectos dañinos del corte genital, desacreditar mitos acerca de éste, entregar información médica acertada y animar a la gente a enfrentarse a la presión social mediante el respaldo de los derechos humanos. Es esencial enfocar la discusión de modo que los beneficios de poner fin a esta práctica sean mayores que los costos derivados de acabar con ellas.

Gerry Mackie asegura que el CGF posee tal nivel de importancia social, que “un individuo dentro de un grupo que practica el CGF no puede renunciar, a menos que otros lo hagan también”. Mackie sugiere que los tres pasos para acabar con el CGF consistan en ofrecer un ritual alternativo que satisfaga los mismos roles sociales, difundir los beneficios de salud del naturalismo y los riesgos del CGF y formar sociedades que se comprometan a no practicarlo.11

Se ha constituido una Coalición Internacional por la Integridad Genital para ofrecer recursos y una voz común a las organizaciones que se oponen a la cirugía sin consentimiento en niños.

Referencias:

  1. The Female Genital Cutting Education and Networking Project.
  2. The National Women’s Health Information Center. “Female Genital Cutting: Frequently Asked Questions”.
  3. NOCIRC. “Answers to Your Questions About Female Circumcision”.
  4. Fran Hosken. 1992.
  5. RAINBO. Publications.
  6. California, Colorado, Delaware, Illinois, Maryland, Minnesota, Missouri, Nevada, New York, North Dakota, Oregon, Rhode Island, Tennessee, Texas, West Virginia, and Wisconsin. National and International Legislation on FGM.
  7. Herald Sun. From Associated Press, Jan. 9, 2004. “Two charged over circumcision deal.” (Página en Inglés)
  8. David L. Gollaher, “From Ritual to Science: The Medical Transformation of Circumcision in America.Journal of Social History, vo. 28, no. 1, pp 5-36, Fall 1994.
  9. W.G. Rathmann, M.D. “Female Circumcision: Indications and a New Technique.” General Practitioner, vol. XX, no. 3, pp 115-120, September 1959.
  10. Jonathan Hutchinson. “On Circumcision as Preventive of Masturbation”. Archives of Surgery. 1891; 2:267-268.
  11. Hanny Lightfoot-Klein. “Erroneous Belief Systems Underlying Female Genital Mutilation in Sub-Saharan Africa and Male Neonatal Circumcision in the United States: a Brief Report Updated”. Presentado en el Tercer Simposio Internacional sobre Circuncisión de la Universidad de Maryland, College Park, del 22 al 25 de Mayo, 1994.
  12. Gerry Mackie. “A Way to End Female Genital Cutting.

Encontrará más información acerca del corte genital femenino en:

Prisoners of Ritual: An Odyssey into Female Genital Circumcision in Africa (1989), y Secret Wounds (2003). Estos libros, escritos por Hanny Lightfoot-Klein, líder del movimiento contra el corte genital femenino, describen sus primeras experiencias trabajando con habitantes en áfrica durante más de 20 años.

Amnesty International.

Center for Reproductive Rights (CRLP), International Program. Ayuda de tipo legal con respecto al CGF. 212-514-5534.

The Female Genital Cutting Education and Networking Project. Proyecto de colaboración y educación en lo concerniente al corte genital femenino.

National Women’s Health Information Center. Centro de información para la mujer en temas de salud. Pida una copia de Caring for Women with Circumcision, por la Dra. Nahid Toubia. 1-800-994-9662.

PATH (Program for Appropriate Technology in Health). “Female Genital Mutilation.” La mutilación genital femenina dentro del programa para el uso de la tecnología apropiada en el campo de la salud.

The Population Information Program of the Johns Hopkins Center for Communications Programs. The FGM Resource Group, Popline. 410-659-6300.

Reproductive Health Outlook Harmful Health Practices Annotated Bibliography. Trata temas sobre prácticas culturales dañinas como la circuncisión masculina y femenina, la sequedad genital, el uso de productos para resecar la vagina y las pruebas de virginidad.

RAINBO (Research, Action and Information Network for the Bodily Integrity of Women). 212-477-3318. Investigación, acción e información en relación a la integridad física de las mujeres.

World Health Organization. “Female Genital Mutilation.” Información de la Organización Mundial de la Salud sobre la mutilación genital femenina (no disponible en español).